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Obras digitales

Unapologetic

“Cada pintura tiene un síntoma distinto”

¿Puede el color dar forma a un sentimiento? Esta pregunta me ha acompañado durante mucho tiempo, y la respuesta no es sencilla. Quizás sea cierto que el color puede ser palpado, sobrepuesto o iluminado de una determinada manera para generar una sensación en quien lo contempla, pero ¿es suficiente para dar forma a un sentimiento?

En mi experiencia personal, el color ha sido un aliado fundamental para organizar mis pensamientos. Cuando me siento perdido en un mar de paranoias, miedos y angustias, el acto de plasmarlos en una obra de arte, con la ayuda del color, me permite encontrar un camino didáctico para comprender mis propias emociones.

En este sentido, creo que el color no solo puede dar forma a un sentimiento, sino que también puede exponer las ideas más patológicas de una mente que no se siente del todo bien. Al trabajar con trazos tradicionales, digitalizados y deformados a voluntad, puedo establecer un mayor control sobre mi propia pintura, y así enfrentar de manera más consciente las capas compuestas y la multiplicidad expuesta de mi ser.

Mi obra Unapologetic es un ejemplo de este proceso de autoexploración y autocontrol. A través de 22 pinturas que se unen como legos, he logrado armar caminos que me llevan a través de mis propias angustias. Al permitirme fijar mi mirada en un trazo y seguir su camino, he podido observar un espejo que refleja mi alma, y sentir la compañía que necesito para salir adelante.

Terminaciones

La obra se imprime sobre paneles metálicos ChromaLuxe con acabado semi-gloss, capturando detalles en alta definición y una sorprendente profundidad de color que resalta cada trazo y textura. Este material garantiza durabilidad excepcional, preservando la calidad visual y la intensidad de la imagen con el paso del tiempo.

Cada pieza puede personalizarse en diseño, tamaño y presentación. El marco metálico en tonos gris y negro, incluido en el acabado, aporta elegancia y robustez sin necesidad de cristal, permitiendo una conexión directa entre la obra y el espectador. Así, la imagen cobra vida, ofreciendo una experiencia visual profunda que invita al observador a explorar su propia percepción y a descubrir en cada detalle una historia que resuena personalmente.